Desde que era muy niño, en mi salón del kinder había una niña preciosa que vivía a dos cuadras de mi casa y mi madre me decía: "Con esta niña te vas a casar" porque cada vez que pasábamos por su casa, ella desde su balcón siempre me saludaba con sus manitos. Nunca supe cómo se llamaba ni qué será de su vida. Ya ni su hermosa casa existe, ahora es un edificio de apartamentos.