El mal que una persona hace en la vida puede afectarla de diversas maneras, tanto en su conciencia como en sus relaciones y en su entorno. Desde un punto de vista psicológico o espiritual, se suele decir que el mal que hacemos puede quedar en nuestra conciencia como culpa o remordimiento, afectando nuestro bienestar emocional, en términos sociales, las acciones negativas pueden generar consecuencias en la vida propia y de otros, creando ciclos de conflicto o daño.